El 16° domingo del tiempo ordinario, la iglesia de la Misión acogía una bonita misa internacional animada por los participantes del cursillo de verano de los escolásticos. Los parroquianos de la iglesia de la Misión apreciaron mucho la riqueza de nuestra familia oblata en cuanto a culturas, lenguas y diversidad. Durante la misa, tres jóvenes oblatos compartieron la historia de su vocación y dieron testimonio de su experiencia del cursillo. Sigue el testimonio de uno de ellos, Dan ZIEGLER, OMI, escolástico de San Antonio (Texas):
« Me eduqué en Boston, Massachusetts, pero fue en San Antonio, Tejas, donde conocí a los Oblatos de María Inmaculada. No podría decir exactamente qué fue, pero me parece que cuanto más conozco a los Oblatos, más encuentro algo especial en ellos. El hecho de estar aquí, en Aix-en-Provence, me ayuda a entender un poco más esta especificidad. Es un placer para mí descubrir esta bonita ciudad y compartir con vosotros mi experiencia.
La experiencia aquí en Aix ha sido muy enriquecedora. No solo pude conocer a mis hermanos oblatos de muchos sitios del mundo y pasar tiempo con ellos, sino también me acerqué más a nuestro Fundador, san Eugenio de Mazenod. Una cosa es leer documentos que hablen de él, pero ¡totalmente distinta es la experiencia de estar en el sitio donde creció, vivió, ejerció su ministerio y predicó!
Un aspecto de san Eugenio es su profundo deseo de Dios. Su fe no tenía nada de superficial, sino que se construía día a día. Al conocer más su vida, entiendo que su fe nació de una conciencia profunda de su flaqueza, de su sed personal de Dios salvador y sanador. La separación de sus padres, la pérdida de su cultura e identidad por el exilio, su lucha contra el aburrimiento y la futilidad, todo ello le llevó a entender que sólo Dios, por Jesús crucificado, podía dar sentido y orientación a su vida. A menudo nos preguntamos por qué luchamos, sufrimos, estamos como perdidos, y es precisamente en esos momentos cuando Dios nos ama más; ésta, lo estoy descubriendo, fue la experiencia de san Eugenio.
Otro aspecto que descubro, es la inmensa lealtad de san Eugenio. Fue un hombre extremadamente leal, que no esperaba menos de los que iban a ser sus compañeros Oblatos. Retaba a cada uno a que amara al Señor con todo su corazón, toda su alma, toda su fuerza y todo su espíritu. Así san Eugenio se dedicó a amar y servir a los más pobres y abandonados, entre ellos los encarcelados, los jóvenes, los campesinos a quienes faltaban dirección espiritual y sentido en su vida. Creo que allí fue donde san Eugenio vio el rostro de Dios y encontró la orientación, el sentido y la verdadera alegría en su vida.
En tan poco tiempo no puedo decirlo todo de la historia de la vida de san Eugenio, pero puedo ver como las estructuras que emergen en la vida de nuestro Fundador modelaron la Congregación internacional que hoy existe y la diversidad de los hombres, incluido yo, a quienes Dios ha llamado. Como quizás muchos entre nosotros, encuentro en parte mi propia historia, con sus idas y vueltas, sus dudad y temores, sus flaquezas y búsquedas, en la de san Eugenio. Lo que importa, es que por medio de esa comunidad, los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, Dios usa nuestras historias personales, nuestros dones y limitaciones, para acercarnos más a Él, en una relación de amor más profunda. En menos de dos meses, muchos de mis hermanos oblatos aquí presentes y yo mismo, haremos nuestros votos perpetuos, es decir que haremos voto de pobreza, castidad, obediencia y perseverancia para toda la vida. Contamos con vuestras oraciones y pedimos para que juntos amemos y sirvamos a nuestro Señor Jesucristo tan apasionadamente y audazmente como lo hizo san Eugenio ».