San Juan Pablo II declaró: “Quiero dirigirme a ustedes jóvenes, ustedes son el futuro del mundo, la esperanza de la Iglesia, ustedes son mi esperanza”. Movidos por estas palabras, somos doce jóvenes que decidimos unirnos a la Fraternidad Mazenodiana este año académico. Más allá del alojamiento, todos queremos descubrir, aprender unos de otros y vivir un año significativo, tanto profesional como espiritualmente.

El sábado, 7 de septiembre, comenzamos nuestro fin de semana de integración. ¡Un gran momento de encuentro! Este fin de semana nos permitió estar tranquilos sobre el próximo año pendiente. El hermano Benoît y el P. Bonga colaboraron y programaron un hermoso programa que combino la espiritualidad, el descubrimiento del uno/otro mismo y un tiempo de convivencia. Con esta perspectiva, la mañana se dedicó a un tiempo de oración, meditación personal, la celebración de la Eucaristía y luego comidas, sucesivamente.
Las comidas se convirtieron en un punto culminante de la reunión donde aprendimos los orígenes de cada uno, el programa de estudios emprendidos, las aspiraciones de cada uno. En resumen, intercambiamos información necesaria para el descubrimiento las personas dentro de la fraternidad.
Este conocimiento, aunque inicialmente superficial, dejo espacio, a las 3pm (15hr), para una interacción profunda y sincera. El taller titulado, “¿Quién soy yo? “, tuvo un significado profundo. Por supuesto, es fácil esquematizar o preparar respuestas, ” Soy tal…, Tengo tantos…años, estudio… derecho / literatura / arte … Me apasiona el cine; Prefiero perros a gatos “. Sin embargo, eso no es lo que realmente somos, al menos no representa nuestra totalidad y profundidad. Desde esta perspectiva, este taller marcó el comienzo de algo hermoso y grandioso, que nos ha superado a todos y tocado cierta profundidad en diferentes grados. Tuvimos que traer un objeto que nos representa (simboliza). De esta manera, cada persona reveló, discretamente y modestamente, como se identifica y como se ha transformado, es decir, un ser único y complejo. El compartir por todos fue recibido con respeto y amabilidad.
Luego, para entender mejor la historia del lugar que nos alberga, el hermano Benoit y el P. Bonga nos llevan a descubrir las instalaciones. Al pasar por diferentes corredores, nos dimos cuenta del vasto legado de la congregación Oblata: estábamos caminando entre una historia que tenía casi 203 años. La visita terminó donde habíamos comenzado, alrededor de la fuente en el claustro. Algunas fotos fueron tomadas ocasionalmente por el hermano Benoit para inmortalizar la experiencia del fin de semana.

Era hora de cenar y alrededor de una buena comida (hamburguesa-papas fritas), nos conocimos aun mejor. Miembros de la comunidad de la congregación Oblata, de diversos orígenes tal como España o los Estados Unidos, nos honraron con su presencia. Mientras se limpiaban, secaban y almacenaban utensilios y cubiertos en la cocina se creo una atmósfera jovial. En la simplicidad y amabilidad del momento, creo que ya compartíamos un sentimiento común de gratitud por estar allí juntos.
El día concluyo con un tiempo de oración en la capilla. Unidos después de pasar un día juntos, todos compartieron su experiencia del día, surgió un sentimiento en general de confianza en el futuro y fe en este grupo.
Después de una noche buena de sueño, nos reunimos por la mañana para un tiempo de oración, preparada por los “mayores”, es decir, aquellos quienes esta experiencia de vida no era algo totalmente nuevo, ya que es su segundo año entre los Oblatos.
Luego continuo un momento de reflexión personal, donde fuimos invitados a escribir nuestros proyectos para el año; lo que deseamos todos en lo más profundo de nuestro ser y queremos hacer particularmente durante este año. Esta fue una carta personal y confidencial. Se abrirá y se propondrá para evaluación al final del año para ayudar a hacer una evaluación personal del año para ver si se cumplieron las expectativas y los compromisos. Los 12 sobres con nuestras cartas fueron confiados al Señor durante la celebración Eucarística del domingo.
A los feligreses de la Iglesia de la Misión se les pidió y animó a recordarnos en sus oraciones. Al final de la celebración Eucaristica, nos dieron el libro del Papa Francisco “Christus Vivit”, una poderosa carta dirigida a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios.
La fraternidad también es cordialidad y por esa razón nos reunimos en el claustro para compartir un aperitivo antes de disfrutar del almuerzo del domingo. Este compartir también fue una oportunidad para que algunos practicáramos nuestro inglés y / o español conversando con Oblatos de todo el mundo. Ellos se encuentran actualmente en Aix en su sesión de renovación espiritual y de hecho para ellos, Aix es un lugar de sanación, renovación y de experimentar una cercanía a su Fundador.

La tarde fue dedicada a la organización práctica del FRAT y a establecer reglas que nos ayuden a vivir y convivir de una manera saludable y vital. Se formaron equipos de trabajo, es decir, los grupos de: SPI, comidas, Laudato Si, etc. De igual manera se agendaron los próximos eventos importantes, incluyendo un fin de semana con la comunidad Chavril en Lyon. Se fijaron fechas para citas importantes de comidas y oraciones.
El fin de semana concluyo con una rica barbacoa (carne en la parilla), durante la cual el P. Asodo nos ofreció una camisa Bartik típica de su país, Indonesia, a cada uno de nosotros ¡Qué agradable sorpresa! ¡Un elemento adicional que forja un poco más nuestra vida e identidad común!
Por lo tanto, los miembros de la Fraternidad experimentamos este fin de semana como un momento de encuentro, descubrimiento, intercambio y confianza. Vivimos expresiones que fueron enriquecedoras, poderosas, alegres, llenas de sonrisas al escuchar y compartir, nos dio vida y confianza, esto nos da un resumen de toda nuestra experiencia.
Mathieu, Charlie, Clovis.